Después de una ausencia involuntaria, en la cárcel se presento un Amigo que fue a visitarme, extrañado de mi desaparición…se entero y de inmediato llego hasta esa fría celda, y comencé a narrarle que yo sin deberla mucho menos temerla, me encontraba detenido, en verdad ignoraba los motivos, pues al llegar al aeropuerto me disponía a abordar el avión, para viajar a Guadalajara y de ahi a Zamora, Michocan, cuando unas personas vestidas de negro y con el rostro cubierto con pasamontañas y armas de grueso calibre, me rodeaban, no sabía de que se trataba, solo una voz, casi alcoholizada me grito: “eres Renato Alatriste Mont”, ante el temor de un asalto o secuestro, solo le respondí: “si”, acto seguido me pusieron las manos en mi espalda y me detuvieron, mis amigos fueron tirados al suelo, no respetaron ni mujeres ni a nadie, solo gritos y gritos, que parecían ordenes, luego me esposaron y me llevaron a una oficina, enseguida sin quitarse las mascaras que cubrían sus rostros, me grito un señor: “fírmale cabron”, no respondía pues no sabía cómo podría firmarle al idiota ese, pues mis manos estaban entumidas en mi espalda, como me negué a firmar me trasladaron a una celda, estaba oscura y tenía un olor no muy grato, no se cuanto tiempo había transcurrido, pero para mí era un tiempo eterno, de pronto en la oscuridad se escucho que abrían la reja de esa celda, y una persona cubierta del rostro, me ordeno ponerme de pie, y en verdad que estaba todo entumido, y como pude me puse de pie, y me ordeno que saliera, así lo hice y quise preguntarle que sucedía y entre los labios apretados me dijo: “te la van a cargar”, aumento mi preocupación, sin decir nada camine por ese pasillo que se me hizo el pasillo más largo de mi vida, no sabía si quería llegar o no llegar al final del mismo, una luz ilumino mi rostro, no la sentí fuerte porque estoy acostumbrado a los reflectores del escenario, ahí, todo cambiaba, pues detrás de un escritorio un señor gordo, me pregunto: “sabe porque se le detuvo?”...mi repuesta fue inmediata, no!!, enseguida ese señor me señalo: “mire amigo se le acusa de evasión fiscal”…y con temor le replique: “evasión fiscal?, jamás he evadido el fisco, siempre he rendido mis declaraciones, para ello, si me permiten le hablo al contador y se aclara todo”, el señor me quedo mirando con extrañeza y me dijo: “eso lo aclarara en otra parte no aquí, lo trasladaremos al reclusorio norte”…lo mire fijamente y le dije: puedo llamar por teléfono a un abogado?, con mala cara y su mal carácter me señalo: ya tiene abogado y todo lo que quiera se hará allá en el reclusorio norte”, así que me pusieron un chaleco y me ordenaron hacer todo lo que se me indicara, me subieron a una camioneta, en medio de dos personas de negro con el rostro cubierto y con sendas armas, cuando el vehículo salió del estacionamiento me pude dar cuenta que estábamos en la colonia doctores de la ciudad de México, tras del vehículo iban otras camionetas, que escoltaban al vehículo que me trasladaba, así llegamos al reclusorio norte, ahí entramos a un lugar que se llama “aduana”, en ese lugar un medico me examino y me realizo una serie de preguntas, que en verdad ni sabía que contestaba, pues en mi interior había temor, incertidumbre, no los conocía, y solo ellos tenía derecho a hablar, yo solo a responder, en eso entro una persona que por su figura que escondía tras ese uniforme negro y el rostro cubierto, podía saber que era una hermosa mujer, y con temor, le dije: “oiga tengo sed, podría regalarme agua?”…me miro y sin decir alguna palabra, me regalo una botellita de agua, y a decir verdad, esa es la mejor agua que he tomado, quería mas, pero sabía que no me daría más agua, así que guarde silencio, mientras ella, me cuidaba pues estaba a mis espaldas con su arma de grueso calibre, así pasaron varias horas ella en silencio y yo sin poder decir alguna palabras, hasta que llego Germán con varias personas y mi contador, enseguida me dijeron, “no te preocupes, ya te sacaremos”, Daniela, con los ojos llorosos, me abrazo y sentí ganas de llorar, pues no entendía nada y a Daniela nunca le ocultaba nada, así que le di a entender todo lo que pasó por mi mente esa noche y días que estaba detenido, ni yo ni Muñeco Roto teníamos la culpa de lo sucedido…Interpretaba un papel como cualquier persona en el interminable libreto de la vida…ese era mi trabajo y cada quien debe cumplir con sus responsabilidades, por lo que el contador debía de cumplir con su parte, todos se retiraron, y la mujer vestida toda de negro, bajo las mascara que cubría su rostro, me miraba fijamente, se acerco y me dijo: “quiere más agua o algo de cenar, pues durante todos estos días yo estaré al pendiente de usted”…Cuando me dijeron que podía salir pues me había decretado mi libertad por desvanecimientos de datos, nunca entendí nada, pero la mujer que había estado conmigo, me miraba y sonreía tras las mascara, ella me miró fijamente, y sonrió por un momento…“Recuerda que nada pasó entre los dos esa noche…Nos dimos un beso, pero… acaso alguien más se va a enterar?...Ella tiene novio, me lo contó esa noche…”…Cada vez que recuerdo esos momentos, confundo a mi corazón intentando decirle que sentir hacia Ella…Me había ocultado lo de su novio con el fin de no herir mis sentimientos…Seguramente siempre supo de los míos, pero no quiso alejarse de mí por más absurdo que fuera cualquier posible intento mío por conquistarla…En todo caso, jamás sería mía…Fuera a mi amiga o no, su corazón pertenecía a otra persona…El mío podría desgastarse de tristeza por el resto de mi vida, porque sólo lo acompañaría la soledad, y sólo podría escuchar los pensamientos de una mujer vestida de negro con pantalón y camisa sin esperanzas que ahora contempla todas las noches la misma estrella sin dejarse llevar por la pasión, porque sabe que nunca podrá acercarse a Ella…en eso sentí una mano en mi hombro…era la mujer que me despertaba y me decía: “ya obtuvo su libertad”, ahí comprendí que no había sido un sueño, tan solo una pesadilla…
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