1/8/09

El mar encantado...Muñeco Roto!!!

Fijé la vista en un punto infinito, como suelo hacer, y como si la línea infinita y mentirosa entre cielo y mar tampoco evitase esta vez que mi mirada resbalara hacia algún otro lugar, me clavé en tus ojos: He pasado tantas tardes en a la orilla de aquel mar, donde acuden los amantes a olvidar a quien amaron…Es un mar, azul y legendario porque dicen que te borra fechas en el calendario y las penas que te sobran…Me olvidé de olvidarte en aquel mar del olvido y no pude arrancarte de mi corazón herido…Tal vez quiera seguir vivo aunque duelan los recuerdos, yo prefiero haber sufrido que morirme sin tus besos…Tal vez viva atormentado porque no quiero olvidarte, porque estuve enamorado y ahora puedo recordarte…Me olvidé de olvidarte...Esta tarde me he sentado en la arena y a la sombra del pasado, esta tarde me he olvidado de olvidarme que te he amado…Cuando vayas a tu mar a olvidarte de algún hombre, sólo quiero que te olvides de olvidarte de mi nombre…Me olvidé de olvidarte...en aquel mar encantado…

P.D. Quisiera saber quien me escribe "cosas", eso dijo Renato Alatriste Mont...por los comentarios que hicieron, por favor deje su correo, para darle su repuesta, gracias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

bueno quien escribe "cosas" depende que cosas se refieran, yo soy una de tantas la diferencia es no dejare mi nombre menos el correo pues eso solo el lo sabe y si el no ha dicho mi nombre no se por que yo deba hacerlo el es un misterio yo no lo soy pues sabe tanto de mi la respuesta el la tiene ojala y lo sepa si no....
Mis palabras bajan su peso, se estiran casi hasta lo infinito, no tienen el mismo sonido esperando que lleguen a tus oídos.
Se deforma su línea recta, cambian su acento pronunciado, se hacen más lejanas, esperando que lleguen a tus oídos. Trepan por las paredes húmedas, escapan de su guarida oscura, ya casi no son mías
esperando que lleguen a tus oídos.
Una brisa de angustia las arrastra,
las inserta en un juego sangriento
y las acostumbra a la tristeza,
esperando que lleguen a tus oídos.
A veces las tumban de su altar,
huracanes de sueños blancos,
se van tiñendo de aguda esperanza
creyendo llegar a tus oídos.
Suerte