1/6/11

La psicologa...Renato.

Sabía que entraría de un momento a otro la psicóloga, así que había decidido cerrar los ojos, siempre que lo deseo me convierto en un “autista” con solo cerrar los ojos, así escucho, pero no respondo, dejo que cualquiera haga lo que mejor desee, pero yo con los ojos cerrado no miro, no escucho, ni oigo, mis pensamientos fueron interrumpidos, “alguien” se acerco hasta mi cama y escucho el sonido donde una silla es jalada, para acercarla a la cama, respiro con normalidad para no levantar sospechas y ese olor a perfume de mujer, me inquieta, pero mis ojos están cerrados, ella, señala: “con que dormido, pues cuidare tu sueño o tal vez mientras duermes, platique contigo”; sin moverme continúe con mi respiración, mientras sentí que me agarraba la mano y señalaba: “pobre, como tienes tus manos, hay huellas de las inyecciones o sueros que te han puesto, algunos moretones, pero tus manos son grandes, tus dedos largos, que déjame decirte: la tarde que tocaste en el cumpleaños del médico, me impactaste, porque eres un chico que transmite su sensibilidad, y fíjate bien digo transmite, que no cualquiera puede transmitir, tu voz, tus movimientos a pesar de tu lenta recuperación, llaman la atención”; yo por dentro sentía deseos por mirar quien era esa mujer con profesión de psicóloga, mis ojos cerrados, solo escuchaba, y mi psicóloga, continuo hablándome: “puedes despertarte o deseas continuar en tu “ausentismo?”; sin responderle, me di la vuelta, dándole la espalda, como si inconscientemente me volteaba, y sonrió, diciéndome: Renato, has dejado al descubierto tus encantos, déjame te cubro, estas batas de hospital, así son, y con tu descuido has dejado que vea tus nalgas”; sentí que la tierra me tragaba, como me descuide, pero no podía ni moverme, así que continúe en mi posición de no oír, no hablar, ni mirar, la psicóloga, me cubrió con la sabana; y señalo: “mañana vendré o cuando despiertes, la enfermera me avisara y platicaremos, mientras que sigas durmiendo, es mejor dormir que enfrentarla realidad”, para mis adentros sonreía, pues la muy ingenua ignoraba que mi fuga ya estaba planeada…No puedo seguir así, sin medicamentos, sin dinero, yo no puedo depender de nadie; eso pensaba cuando mis pensamientos fueron interrumpidos nuevamente por la psicóloga: “Sí, te doy de alta Renato, no harías lo que estas pensando?”; quede sorprendido y estuve a punto a abrir los ojos, pero no!!, esas eras sus armas, y por un poquito y caigo, pero no, así que continúe con los ojos cerrados, al no recibir respuesta, se escucharon sus pasos hacia la puerta de este cuarto de hospital…Estoy mareado, me falta el aire, me quiero hundir para siempre en esta horrible cama de hospital…¿Qué hice mal?...¿La agoté?...¿Le empecé a caer mal?...de pronto sentí que me acerca con su mano estilizada de uñas perfectas un pañuelo para que me suene y me seque las lágrimas que comienzan a caer descontroladas, es ese gesto técnico de compasión el que da la alarma y todo mi ser decide aplicar la materia aprendida en mi vida, en los escenarios; agarro la almohada y la lanzo estrellándola violentamente contra el suelo, me siento descubierto, no logre hacerme el “autista”, me descubrió…¡No, no, no, no!, cuando llegué desvalido a este hospital, nunca pensé que estaría pasando por estas etapas, yo, Renato Alatriste Mont,  soy que muerden la manzana y mientras mastican el pedazo dicen: "uf, parece que tiene un gusano, pero qué voy a hacer, solo queda tragármelo!, y mi ángel, ese ángel secreto me enseñaste que hay que reaccionar en el momento del mordisco escupiendo la manzana con fuerza y gritar: "¡Un gusano!" y no dejarme dominar, así que al sentirme descubierto, mire a la psicóloga, ella me miraba fijamente, en su mirada se observaba el sentido del triunfo, se sentía triunfadora, había logrado hacerme reaccionar y sacarme de mi “autismo”, ella, se había vuelto a sentar y mirándome me dijo: “bonitos ojos, algo rojos por las lagrimas, mirada intensa, que no esconde coraje, simplemente se siente derrotado, y no debes sentirte así”, la mire fijamente y le dije: que desea, sabía usted que lo psicólogos son personas frustradas, porque nunca pueden mirar sus obras, ella ignorándome me dijo: “podemos platicar mientras se sentaba y cruzaba sus piernas, fue ahí donde descubrí, sus bien torneadas piernas, pues por su diminuta minifalda de mezclilla, logre mirar sus rodillas y un poquito más, haciendo caso omiso, me dijo: “te siente bien?, podemos platicar?, o prefieres que regrese otro día?”; sin responderle, solo la miraba, moví negativamente mi cabeza, ella, su puso de pie y nuevamente mire esas rodillas, y sin importarle me dijo: sientes frustración, porque estas solo, si necesitas algo, pídemelo y te lo daré, y recuerda lo que sea, estoy para ayudarte en todo y por todo”, asistí con un movimiento de cabeza de manera afirmativa y se marcho…cuando caminaba hacia la puerta del cuarto de hospital, mire su bien formado cuerpo, una mujer, joven atractiva, con un caminar tremendamente provocativa, que cualquiera pasaría horas inventando su vida, para poder disfrutarla, pero mis pensamientos estaban en el gran escape.

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