En la intimidad cada persona tiene su mundo, su último límite a la realidad o a la fantasía en la que cada uno diseña sus juegos, sus vivencias, su mundo desnudo sin hipocresías, desarrolla todo lo que otra persona comparte con él, lo que para uno es una perversión para otro es lo más dotado de hermosura, para otro los meritos de uno no van más allá de una pura anécdota, un límite en que la gente miente, esconde o a veces fantasea la realidad para no sentir que su vida en verdad desnuda es vista por los demás; de despertar en ti, de recoger tu cuerpo cada madrugada, de ver amanecer, y de poder saber que tu estas en mi cama y que al pasar el tiempo, tú puedas sentir que nuestro amor se encarna, mientras mi ropa comienza a aflojarse, tus manos expertas hacen de cada movimiento un momento único e irrepetible para mí, siento en mi piel el roce de tus uñas, trazando caminos que me orillan al placer, mis dedos confundiéndose en tus vellos provocan un juego que me enciende y que me hace exigirte algo más, pero ahora tú eres la que ha tomado el control y determinas los momentos en que haya que hacer las cosas; yo solo me dejo llevar, eres tu quien manda, eres tu quien decide, como, cuando y donde, con tu mirada me indicas donde debo iniciar el suave descenso hacia otros valles, hacia otros lugares llenos del calor, sus brazos, sus codos, sus muslos, sus suaves caderas, en cada uno vivir un punto de locura, como me gusta recorrer la geografía de tu cuerpo, descubrir cada surco escondido en tu piel, detenerme en cada rincón y sentarme en la orilla de tu ombligo, mi lengua recorriendo por tu pecho suave y delicado como el pétalo de una rosa, se centra en los pezones para ofrecerte ligeras mordidas, que te hacen aferrarte a mi cuerpo tus ojos brillan al descubrir lo que puedo ofrecerte y de inmediato extiendes el brazo para invitarme a caminar delante de ti hacia un mundo nuevo, tu cuerpo y los surcos de tu piel los recorro con mis manos, con mis dedos esa piel suave dulce de sus muslos, de su vientre ese caminito oscuro que me traslada hasta el final de tu vientre, ese vientre que algún día, será el hogar del ser nacido del amor que nos sentimos; sentir tu “cajita de emociones”, sentir tocar sus suaves rizos sus suaves aromas, una vez llegado al límite alto, iniciar el descenso hacia esa “cajita de emociones”, quizás húmeda, quizás llena de placer, convertida en ríos de agua en emanaciones que llena de humedad esa “cajita de emociones”, que anhela mis dedos, mis labios, mis caricias, y que da la bienvenida al “malhecho” ese acomoda en tu mano a tu boca para sentir el máximo, mis manos, mi boca no contentas solo con ese momento y su “cajita de emociones”, caricias de agradecimiento mutuo por haber conseguido que el amor compartido nos llene aunque por instante haya yo sido tu esclavo y amo!!!