Después de viajar y viajar de un lado para otro, subir y bajar de escenario en escenario, me he recostado en la cama vacía del autobús, el vaivén de la carretera y del autobús, que nos lleva hacia una nueva presentación, me arrulla y el sueño me domina, pero tu estas a mi lado, ofreciéndome tus besos y caricias, siento revitalizada mi fuerza, cada caricia tuya, eres un licor compuesto de diferentes sustancias medicinales, disueltas por lo regular en alcohol, pero que me embriaga y me gusta sentirme embriagado por ti, por esos besos que enardecen la piel y encienden el delirio que siento por estar dentro de tu “cajita de emociones”, cada milímetro recorrido es disfrutado por mí hasta perder el control de mis movimientos que se acrecientan en la orilla de tu ombligo, llevándote a ser tú, quien disfrute de cada embate de mi cuerpo, mis ojos recorren cada milímetro de la geografía de tu cuerpo, siento tus manos suaves aferradas a mi espalda, con tus dedos y uñas que firman deliciosamente figuras de placer, simplemente cierro los ojos y disfruto el momento en que mi “malhecho” se despierta, mientras los ángeles bailan al ritmo de tu melodía, y tan solo miro una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas, los duendes se acercaron y me vieron dormido, y se fueron alejando, sin hacerme ruido, comprendieron que era mejor dejarme recorrer toda la geografía de tu cuerpo, que era imposible no sentir la piel de esa mujer que deseas, mi ansia se fue convirtiendo en sensaciones en mi ser y ese cuerpo desea el de la otra persona, mas Renato no quiere mirar, no quiere soñar, no quiere pensar en cómo será ese amor licencioso, quiere sentir la delicadeza de su piel, el saborcillo de sus labios, la subida hasta sus dóciles pezones que gritan, que anhelan, que desean ser acariciados, chupados, sorprendidos con la suavidad más dulce, sentir como su dureza llena mi boca, mi lengua tintinea en la punta del pezón, cómo acariciar suavemente la fruta que el amor te ofrece, que se despereza hacia tus labios, boca y lengua, para sentir al tocarlos el suave gemido de la boca de la amada, que siente a través de esa caricia el amor, la realidad de ese amor tantas veces prometido y que se está haciendo realidad palpable en el placer de nuestros cuerpos, que piden más que desean completar el placer, el amor llevado hasta su último momento, iniciándose en esos besos en esas caricias en esas lenguas que se buscan que besan, lamen y chupan la piel del uno y del otro, de esos pezones que buscan el cielo más alto, que se desperezan de la somnolencia del amor, que coronan esas montañas tan deseadas de escalar de llegar a la cumbre subiendo por todos los lados, notando al final la coronación agradecida por el placer de la persona amada, una sonrisa se dibuja en el rostro de Muñeco Roto, alguna malicia o travesura soñara, mientras duerme, su recuerdo llega hasta el subconsciente, de aquella mujer que subió al escenario, sin darse cuenta que sus glúteos quedaban al descubierto y que fueron ovacionados aquella noche, fue una noche de igualdad entre su vestido y su ropa interior y la firma de ese momento que aun no sé si se repetirá pero que por ahora quedo grabado en una simple fotografía, con la sola idea de perpetuarlo es un reto excitante para el fotógrafo…