En mis pensamientos me pongo a pintarte y no lo consigo, después de estudiarte lentamente termino pensando que faltan sobre mi paleta cerebral colores intensos que reflejen tu rara belleza…Sólo pienso en ti…La puerta del ascensor se abre…Yo sólo caminaba tras mis “gorilas” sin ninguna preocupación, ni previsión de lo que vendría…La puerta del elevador se abre y, al frente mío, del otro lado del corredor, cerca de mi habitación, dos mujeres miran sugestivas en el lugar por el que debíamos aparecer…Cubro mis rostro, según las instrucciones de los “gorilas”, uno de ello, se coloca delante de mí, dos más a mi lado izquierdo y derecho y atrás dos me siguen, he quedado en medio de ellos, el corredor es angosto, las dos mujeres se apartan una para el lado izquierdo y la otra para el lado derecho, dejando que por en medio de ellas, pasemos todos…La provocación que las mujeres realizan para atraer mi atención es aquel juego de la casi desnudez; una minifalda tremendamente corta, que de reojo, la miro, y por lógica pienso que a escasos centímetros se encuentra su “cajita de emociones”, miro la piel limpiecita de la mujer, son hermosas sus piernas, siento el placer perfumado y, a veces, maquillado en exceso, claro que es una exhibición de ropas sensuales, pequeñitas mini, mini faldas, sostenes transparentes, a la otra le sale por la cintura los “hilos dentales”, sandalias “de salir”, tacones altos, ropas naturalizadas que invitan a recrearse los ojos, ropas para quitar, mover, menear, besar, oler y desear, la provocación puede suceder en silencio, sólo una espera activa…sonrisas, guiños, posturas corporales, danzas; cuando pase junto a ellas, sonriendo comenzaron su letanía: “ven aquí, amor”, o con sugerencias más explícitas: “ven amor, vamos a hacer un sexo”, “vamos a pasarla rico”, “¿no me vas a comer hoy, amor?”, “ven, ven aquí amor, hoy hay promoción”, “que hermoso trasero uyuyuy”, me siento nervioso, miro los rostros de los “gorilas” y su rigidez me da cierto temor, siento una mano firme que me agarra por el hombro, debo dejarme guiar, nuestro paso es firme pero con cautela no sabes si las dos mujeres solo se conformaran con sus gritos, llegamos a la habitación y de esta manera se devela ante mí el trabajo sensual femenino especialmente atractivo de ser representado; en algún escenario, sin embargo, objeto profundamente complejo, dadas especialmente a las razones…la excesiva carga discursiva y moral que duerme sobre los muslos de las piernas de esas dos mujeres y que yo llevaba también sin percibirlo, pensar que del doblez de la minifalda, hacia la cajita de emociones, solo existían escasos centímetros, ese pensamiento se convertía en una carga moral histórica incorporada, de la sexualidad femenina…comprendí, que ahora las mujeres son mas aventadas, si una mujer lo decide se entrega a cualquier hombre, con tal se buscar su propia satisfacción y ahora nosotros nos volvemos objetos sexuales, las miradas de esas dos mujeres es la complicidad y clandestinidad femenina que configuran el mundo del trabajo sexual…la mirada dice mucho más que mil palabras…al entrar a la habitación, me quede pensando en la distancia del sur del ombligo hacia la cajita de emociones y me mire al espejo y nació la interrogante: existirá la misma distancia del sur de mi ombligo hacia el “malhecho” y fue ahí donde descubrí el caminito del “malhecho”...
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